No al maltrato

07 Mar

Por: Prof. María Eugenia Cortes.

Los padres educan a sus hijas con cariño, delicadeza y mucho amor. Entonces las bases que les dan son buenas, positivas; son formadas para ser delicadas, cuidadas, queridas. ¿Por qué con el transcurso de los años se olvida esto, cuando debe ser la fortaleza para enfrentar las situaciones desagradables de la vida?. Es necesario continuar con lo enseñado por los papás, y quién mejor para hacerlo que ella misma, siendo femenina, delicada pero con la fuerza interior para no permitir el ultraje más mínimo.

El maltrato no viene siempre de los demás; cuando no cuido mi cuerpo alimentándolo en forma sana, ejercitándolo, respetándolo y manteniéndolo en armonía con el espíritu; estoy permitiendo el maltrato hacia mi persona.

La belleza del cuerpo femenino es de admirar, pero cada una está llamada a ser la primera en mantenerla, cuidarla, valorarla, respetarla y hacerla respetar. Por ningún motivo se debe sentir débil para exigir o para ponerle un alto al maltrato, sea cual fuere su origen. Nadie quien nos quiera nos falta al respeto y en nuestras manos está el permitirlo. La fortaleza de la mujer radica en su inteligencia, sale de su interior, de las bases de cariño con las que fue educada, pero también de las dificultades y problemas que debe enfrentar durante su vida.

La mujer es la inspiración, el ejemplo de fortaleza para los hijos. Si ellos observan que permite el maltrato, cualquiera que sea, cuáles serán los fundamentos para la vida, cómo esperar que aprendan a quererse y a exigir respeto por su persona.